La súper quinua globalizada

Actualmente se están cultivando en pequeña escala diferentes variedades de quinua en varios países fuera de Sudamérica, en ambientes y ecosistemas que van desde el nivel del mar hasta los 4.000 metros de altitud. En otras palabras, el cultivo de la quinua ya no es patrimonio andino, está globalizado. Es cuestión de tiempo para que se convierta en un commodity, como la soya, el trigo o el jugo de naranja, y tenga que competir con precios sujetos a la oferta y demanda mundiales.


Hay que tomar en cuenta que existe una extraordinaria variabilidad genética de la quinua: son más de 3.000 variedades, de donde puede y va a surgir a futuro –gracias a la biotecnología– algo así como la súper quinua. Esta tendrá propiedades alimenticias superiores; rendirá dos o más toneladas por hectárea y no los 500 a 700 kilogramos actuales que se dan en Oruro; será resistente a plagas y enfermedades y se adaptará a diferentes ambientes, pisos ecológicos y a la agricultura de escala.

Un ejemplo de cuán lento avanzamos en Bolivia con relación al mundo es el hecho que han tenido que transcurrir siete años desde que la FAO catalogara a la quinua como uno de los cereales promisorios de la humanidad y decenas de años desde que se conocieron y cuantificaron científicamente sus valores nutricionales, para que este cultivo despegue en nuestro país.

Si bien Bolivia lidera la producción de quinua con casi 50.000 toneladas por año, de un total mundial de 108.000, la globalización se encargará de hacer crecer ese mercado hasta los 5 millones de toneladas o más; tan cierto es esto como que los países ricos demandan novedad en su mesa y a la vez necesitan comer calidad, en tanto que el hambre en el resto del mundo seguirá siendo un hueco difícil de llenar.

Bolivia no puede hacer nada para evitar la globalización de la quinua, que, entre otras cosas, impondrá precios muy por debajo de los actuales. Sin embargo, está en nuestras manos sacar la mejor partida de las actuales condiciones de mercado y precios acoplándonos al tren del desarrollo biotecnológico lo antes posible, para poner al alcance de los miles de campesinos del altiplano boliviano la súper quinua que ya asoma en el horizonte agrícola.

Javier de J. Mansilla Peña

El Deber