Bolivia avanza en provisión de semilla certificada de quinua

El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) destacó los avances de Bolivia en la provisión de semilla certificada de quinua. También se refirió a la necesidad de que cada Estado cuide la certificación de sus semillas en general, para evitar la introducción de semillas de contrabando que contengan plagas y enfermedades que repercutan negativamente en la productividad.

El coordinador del Área de Biotecnología y Biodiversidad del IICA, de Costa Rica, Pedro Rocha, indicó que "el Instituto de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF) genera semillas certificadas y los grandes desarrollos en materia de quinua son resultado del mejoramiento genético que ha hecho esta institución".


De acuerdo a información oficial, el INIAF resguarda en el Banco de Germoplasma más de 3.100 accesiones de quinua, con propósitos investigativos, y para tener la capacidad de reposición de especies nativas si se produjeran pérdidas agrícolas.

 "Aquí, la semilla certificada no se ha desarrollado por ninguna trasnacional, ni ninguna compañía, sino que han sido sus propios centros de investigación que han encontrado los recursos biológicos equivalentes al oro por todos los beneficios nutricionales", afirmó. Durante la campaña agrícola 2011-2012, la producción de quinua alcanzó a 50.566 Toneladas métricas (Tm), lo que significó un incremento del 32.17 por ciento (%) respecto a la anterior campaña. En tanto que la superficie cultivada llegó a 96.544 hectáreas (has), 49% más que en el periodo anterior.

Rocha acotó que la responsabilidad del centro de investigación INIAF es poner a disposición de los productores los mejores materiales genéticos en cuanto a semillas, que se pueda generar sobre la base en el conocimiento científico y tecnológico. "Eso hace que se tengan buenas productividades, y que Bolivia sea el mayor referente de quinua a nivel mundial". Sin embargo, señaló que Bolivia podría utilizar la transgénesis en otros cultivos al margen de la soya, para ser más competitivos, ya que —según el científico e investigador— a la fecha no existen estudios serios que hayan demostrado que los productos transgénicos dañen la salud humana, animal o el medioambiente. Según el especialista, las normas sobre producción agrícola en el país son un ejemplo del pragmatismo, ya que abren la posibilidad a nuevos cultivos genéticamente modificados para que puedan ser liberados en el país, siempre y cuando no sea Bolivia centro de origen.

JornadaNet